Época: Hispania Alto Imperio
Inicio: Año 29 A. C.
Fin: Año 268

Antecedente:
El Alto Imperio en la P. Ibérica
Siguientes:
La población
Las transformaciones agrarias
Pesca y salazones
Explotaciones mineras
Actividades artesanales
Comercio
Rutas navegables y moneda
La producción hispana



Comentario

El lugar central que ocupa la ciudad con sus diferentes estatutos jurídicos en el ordenamiento provincial, tiene su correspondencia con el papel que desempeña en la organización económica de Hispania durante el Alto Imperio, donde se reproduce el modelo de funcionamiento de la ciudad antigua con la especificidad de recursos humanos y naturales propios de la Península Ibérica.
Dos funciones, estrechamente relacionadas con su autonomía y con su papel dentro del sistema imperial, definen su importancia económica; ante todo, la de organización y explotación del territorio que se le adscribe, lo que se proyecta en su definición como residencia de propietarios, que controlan tanto las fuentes de riqueza como a las poblaciones rurales que las producen. La polarización excluyente de semejante estimación ha permitido considerar a tales ciudades como centros esencialmente de consumo en claro contraste con el carácter productivo que asume la ciudad en otras épocas históricas.

No obstante, debemos entender que la ciudad hispanorromana también posee, junto a las implicaciones económicas que se derivan de su carácter residencial, una faceta productiva que se materializa en la presencia de determinadas actividades artesanales relacionadas con las necesidades del propio centro urbano y con las exigencias productivas del mundo rural que controlan. Esta producción artesanal potencia la función de la ciudad como centro comercial y de distribución de productos, que tiene en las tabernae o en el macellum su correspondiente espacio urbano.

Su función económica no se limita a su interrelación con el medio que controla; la ciudad funciona también como centro de comercialización de la producción agraria de su territorio, de los productos agrícolas reelaborados, de concretas producciones artesanales de especial valor y de productos derivados de sus riquezas naturales marítimas o mineras. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que la función económica de las ciudades no es homogénea y se encuentra condicionada por su ubicación y por la riqueza del medio, el predominio que las actividades agrarias poseen en la organización económica del mundo antiguo implican que el resto de las actividades deban considerarse como subsidiarias y en gran medida condicionadas por la organización de la agricultura.